Icono del sitio JB Rodriguez Aguilar

Imágenes latentes… «Japónicas»

En otoño de 2017, realicé un viaje iniciático por Japón con un buen amigo. Nos hicimos con una tarjeta del interrail japonés y completamos un recorrido en tren por la isla principal de Honsu, visitando los lugares emblemáticos de Tokio, Kyoto, Kanazawa, Hiroshima, Matsumoto, Nara, Kamakura, el monte Fuji…, etc. Fue un viaje breve e intenso, del cual regresé con cientos de recuerdos grabados en mi mente, así como en la tarjeta de mi cámara de fotos. Impresiones todas ellas sin procesar, como las imágenes crudas antes de ser tratadas en Photoshop. Posteriormente, ya en Madrid, fui recreando ese viaje en el tiempo: revisitando las imágenes, repasando las vivencias, documentándome y leyendo acerca de cada uno de los hitos que habíamos transitado en nuestro itinerario. Aquella recreación dotó al viaje de nuevas capas de significado. Eran capas añadidas de valor, como los filtros y máscaras que se van superponiendo a la imagen en Photoshop. Cuanto más capas iba añadiendo, más compleja y rica se volvía mi percepción del viaje, y más ganas me entraban de escribir algo acerca de aquella experiencia.

Cubierta extendida de la primera edición de «Japónicas» (Malbec Ediciones, 2023)

Más tarde, cuando llegó el momento de materializar la idea, fui descartando posibilidades. No lo veía como una historia larga o una crónica personal del viaje; tampoco como breves haikus narrativos, sino más bien como un conjunto de historias cortas o relatos, un género en el que siempre he confesado sentirme muy a gusto. Me apetecía escribir un volumen de cuentos para adultos sobre algunos de los descubrimientos del viaje. ¿Cuentos de temática japonesa? La idea resultaba atractiva, pero corría el riesgo acabar convertida en una narración pintoresca sobre lugares comunes japoneses. Quería incorporar algo diferente, alternativo. Profundicé en el álbum de mis impresiones y quise entrever un rostro oculto bajo ellas. Así, bajo la apariencia tan wabi-sabi, delicada y zen de muchas de las escenas, se me aparecía a menudo algún tipo de imagen latente, en tensión. Un elemento fantástico y sobrenatural, en cierto sentido “fuera de control”. ¿Cómo sería si ese elemento de suspense aflorara de pronto irrumpiendo en alguno de los más singulares iconos de la cultura nipona? Me sentía llamado a proyectar esa mirada disruptiva al imaginario idílico que la mayoría de los occidentales tenemos de aquel país. Fue así como vio la luz Japónicas, publicada por mi editorial Malbec Ediciones en la primavera de 2023, con el subtítulo Siete alucinaciones y una pesadilla del País del Sol Naciente.

Sección interior de «Japónicas»

Ya he hablado de la concepción y del género de la obra; ahora me centraré en otros aspectos literarios. Tal y como he adelantado, todas las historias se mueven dentro de la ficción narrativa, en el terreno de la narración corta y de carácter fantástico. La estructura del libro responde ajustadamente al subtítulo: los siete primeros cuentos son visiones o alucinaciones, todas ellas narradas en tercera persona. De este modo, nos encontramos con una accidentada ceremonia del té; con visiones en un onsen, los baños públicos tradicionales del país; con un estanque en el que se ha infiltrado cierta mutación de carpa Koy; con estatuas de Buda que parecen cambiar de tamaño; con adolescentes arrastrados por el anime y las supersticiones; con transgresoras geishas en el barrio de Gion…, entre otros escenarios inquietantes. El relato que cierra el volumen, en cambio, es más largo y está narrado en primera persona por una de sus protagonistas: una joven turista occidental que pasa sus últimos días en Japón. Se trata de una crónica con rasgos de pesadilla, la cual transcurre principalmente en la terminal de un aeropuerto.

La ambientación de las ocho historias es contemporánea, en tanto que el estilo trata de ser sofisticado, moviéndose por momentos en lo poético-descriptivo, mientras, otras veces, resulta más preciso o transgresor, según lo va requiriendo la trama. Finalmente, como si de una cerámica japonesa se tratase, hay una laca o capa muy fina de humor, siempre sutil, que se aplica a la superficie de todos los cuentos.

Una de las ilustraciones de Adolfo Rodríguez Aguilar para el interior de «Japónicas»,

Me apetece destacar, por último, la concepción visual de Japónicas en cuanto que libro-objeto. Para la publicación del presente volumen, he contando con la inestimable colaboración de mi hermano Adolfo Rodríguez Aguilar, quien es el autor de la imagen de la cubierta, así como de las ocho ilustraciones interiores. Ha sido un proceso muy enriquecedor y divertido trabajar a su lado. En nuestro empeño, hemos prestado especial atención a las ilustraciones a dos tintas, a las guardas, a los detalles de la tipografía, al papel… Creemos haber concebido el libro como un objeto-total, disfrutando de todas la etapas de su concepción: escritura, diseño, ilustración y maquetación. Ahora solo queda que ustedes lo lean y disfruten igual que nosotros durante el proceso creativo.

Salir de la versión móvil