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«Noches del Oba-Oba», un tributo literario

Julio Pavón, socio fundador del Oba-Oba (a la derecha), con otros protagonistas de su historia

Icono de la música y de la cultura brasileñas, el Oba-Oba fue fundado por el empresario madrileño Julio Pavón en el año 1982, y permaneció abierto durante más de treinta años como un referente de la vida nocturna de Madrid. Ocupaba un sótano de la calle Jacometrezo, muy próximo a la Gran Vía y colindante con el famoso Café Berlín, igualmente abierto por Julio Pavón. En él se celebraban, sin interrupción, conciertos de samba, forrósertanejo y otras músicas tradicionales de Brasil, dando acogida a destacados artistas y bailarines de tales géneros, así como a un público siempre fiel. Por su escenario pasaron artistas tan significados como el grupo Frutos Tropicais, comandado por el maestro Rogério, que acompañaba al Balet Brasileiro da Bahía; el arreglista y compositor portugués Fernando Girão; los saxofonistas Jorge pardo y Antonio Moltó; el trombonista americano Bill Smith; salseros cubanos, como el conguista Machito, o panameños como Camilo Edwards; sin olvidar a los músicos de las bandas de Djavan, Gilberto Gil o Pat Metheny, que solían cerrar sus noches en él, tras haber actuado en el Palacio de los Deportes. A lo largo de su prolongada vida como local nocturno, recibió asimismo la visita de relevantes personalidades brasileñas, como el escritor Paulo Coelho, en su época de residente en Madrid, o el que luego se convertiría en presidente de Brasil, Lula da Silva, que lo visitó en la compañía del Cacique Juruma, representante político de las tribus indígenas brasileñas. Fue también punto de encuentro para artistas y famosos de la movida madrileña, como Almodóvar y su troupe, el Gran Wyoming, actores como Paco Rabal o Javier Bardem, cómicos como Pedro Reyes o Pablo Carbonell, etc. Además, en él solían celebrarse, entre otros eventos: los carnavales, batucadas, los Mundiales de Fútbol, las Noches de Luna Llena inspiradas en el candomblé, o la Semana de la Juventud, durante la alcaldía de Tierno Galván.

Cartel promocional del Carnaval en Oba-Oba

El Oba-Oba a la par que su hermano, el primer Café Berlíncerró sus puertas al público en las Navidades de 2015-16, tras ser adquirido por un magnate indio según informaciones imprecisas; víctima, como tantos otros lugares, de la voraz gentrificación. La saudade por su final imprevisto, junto con el hecho de haberlo frecuentado durante la etapa final de su existencia en noches que siempre resultaron únicas, me llevaron a la idea de escribir algún tipo de narración larga inspirada en él. Quería rendir tributo a esa caverna maravillosa e impredecible que era el Oba-Oba; un escenario de magia y deslumbramiento, donde cualquier cosa era posible en torno a la samba y la música en vivo. Así surgió “Noches del Oba-Oba”, una novela de caos y fantasía, como el local del que bebe su esencia.

El protagonista de la historia es un guionista de series, en plena crisis creativa y existencial, quien descubre por azar el Oba-Oba una noche. Tras esa primera y catártica experiencia, nuestro narrador abandona temporalmente su atonía vital, así como la escritura de guiones para la que ya no se siente muy inspirado, y decide abrazar la mundanidad. De este modo, noche tras noche, se sumergirá en ese submundo en compañía de Fabio, su particular partenaire, con quien vivirá un sinfín de andanzas y enredos. Junto a él, se sentirá protagonista de un guion sin reglas, que acabará por transformarlo personalmente.

Cubierta desplegada de «Noches del Oba-Oba» (Malbec Ediciones, 2021)

Echando la vista atrás, puedo afirmar que el proceso de escritura de esta historia ha sido de los más exigentes para mí, como autor. Me había propuesto que, al igual que su protagonista se deja mecer y arrastrar por el flujo de los acontecimientos, la narración fluyera del mismo modo, sin un guion ni andamiajes previos. La búsqueda de una escritura completamente fluida, desvergonzada, creativa y casi automática —según los postulados de la Generación Beat americana—, resultó mucho más complicada de lo inicialmente previsto. Cada noche debía constituir una aventura fantástica, contada en una especie de recreación urbana y golfa del clásico de Las mil y una noches. La fantasía más desbordada, junto con la música y el humor, presentes a lo largo de todo el texto, son los pilares que le dan coherencia y contribuyen a desdibujar los bordes entre lo real e imaginado.

Sorriso Sacana, uno de los grupos habituales del Oba-Oba en sus últimos años

No cabe duda de que Noches del Oba-Oba me me ha servido para crecer literariamente, al desinhibirme y desnudarme como autor; así como para abordar temas-tabú, que nunca antes había tratado: el mundo de la noche, el baile, el libertinaje, la necesidad de seducción, el alcohol, el sexo… Todos esos asuntos, controvertidos y, por momentos, hasta “políticamente incorrectos”, son los materiales a partir de los que se arma el relato. Oscar Wilde afirmaba en el famoso prólogo de El retrato de Dorian Gray

Un libro no es, en modo alguno, moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos. Esto es todo […] Ningún artista tiene simpatías éticas. Una simpatía ética en un artista constituye un amaneramiento imperdonable de estilo. […] Ningún artista es nunca morboso. El artista puede expresarlo todo. […] Pensamiento y lenguaje son, para el artista, instrumentos de un arte. […] Vicio y virtud son, para el artista, materiales de su arte. […] Todo arte es completamente inútil.

«El retrato de Dorian Gray», prólogo, OSCAR WILDE

Y es que, detrás de todas las aventuras que se narran con descaro en el libro, hay una poderosa reflexión sobre el desasosiego, la soledad y el extravío que asuela a los habitantes de la noche. También sobre la amistad que los une en torno a cierto hábitat asombroso. En última instancia, se trataba de rendir un homenaje literario a un lugar mágico, hoy tristemente desaparecido, y cuya memoria he pretendido reivindicar con humor, imaginación y buenas dosis de nostalgia.

Pista de baile del Oba-Oba

Links de interés:

Cierre del Oba-Oba (fuente: Movida Brasileña)

Fiesta 30º Aniversario del Oba-Oba (vídeo)

Prólogo de “El retrato de Dorian Gray”, de Oscar Wilde

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