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“The road” (“La carretera”) de Cormac McCarthy

Cubierta de la edición americana de «The Road»

No hay luz al despertarse. El cielo ya nunca luce azul a pleno día. El mundo se ha convertido en un paraje yermo y frío de cenizas, sempiternamente gris. Un escenario apocalíptico de árboles muertos que se derrumban sobre vehículos abandonados o sobre pequeños asentamientos humanos desmantelados. Solo una carretera a la vista. Y un padre y su hijo, supervivientes a una misteriosa catástrofe, que la recorren en dirección a la costa sur, en busca de su supervivencia.

Desde las primeras páginas, el escritor norteamericano Comarc MacCarthy (Rhode Island, 1933) nos sumerge de lleno en un cataclismo contemporáneo. No sabemos qué ha sucedido ni por qué los protagonistas emprenden ese viaje al límite. La carretera se ve transitada también por peligrosas bandas de ladrones y caníbales a la rapiña de alimento. La vida cobra un único sentido: recorrer esa carretera sin dejarse vencer por todos los obstáculos y trampas a su paso. Un camino de asfalto, símbolo de cicatriz, de lucha existencial y de temible horizonte.

La novela  se concibe como un juego de descubrimientos y de nombres. A lo largo de ella, los detalles acerca de objetos cotidianos se vierten como un catálogo de la existencia previa a la tragedia, como vestigios de aquella vida en color que nunca volverá. Villas, camiones, despensas, sótanos escondidos bajo escotillas, barcos varados en la playa, son algunos de los hitos con los que los protagonistas se van topando en su trayecto. Junto con ellos, esos otros objetos que tuvieron sentido poco tiempo atrás: mecheros, lonas, carros de la compra, pistolas de bengala, latas de conserva, tablas de contrachapado…, y que ahora, al descubrirlos en el camino, han de cobrar una nueva utilidad. Las cosas pierden significado cuando dejan de usarse y de nombrarse. Se convierten en arqueología. El padre ha de explicar a su hijo la propia función de esas cosas que nunca tuvo la suerte de conocer. La escritura se articula así como un manual de instrucciones de objetos desenterrados de una desaparecida civilización. El drama y el suspense se respiran íntimamente con cada nuevo hallazgo.

Cormac McCarthy

Pero el viaje es mucho más que eso. La carretera sirve para desplegar sobre ella la preciosa relación entre el padre y su hijo. La protección, el amor, el cariño y el calor que el progenitor le prodiga en todo momento, tienen su retorno en las sucesivas reacciones y respuestas del niño. El hijo es la única razón de vivir del adulto en un paisaje de desolación y de adversidad continuas. Los diálogos entre ellos suponen alguno de los momentos más bellos y sentidos de esta historia. Simples y profundos a un tiempo, nos trasladan al mundo de lo radicalmente esencial. Asimismo, algunos fragmentos de reflexión íntima que nos hacen plantearnos el sentido de nuestra propia existencia con hondura lírica y filosófica. La expresión cobra matices bíblicos en estas páginas. El pasado es convocado ocasionalmente a cuenta de estos pasajes. Destellos de la vida previa a la tragedia se nos presentan de vez en cuando en flashback, bosquejando la presencia de la madre, que no tuvo fuerzas para seguirlos en su andadura. De este modo, padre e hijo hablan, discuten, se conocen y se protegen mutuamente conforme van sorteando los peligros de la carretera. El desenlace final de esta relación padre-hijo está contado con una fuerza, una contención y una sabiduría narrativas que hacen que el lector se estremezca de emoción en su silencio. Pocas novelas hoy en día tocan la fibra de un modo tan auténtico.

Y es que, en última instancia, The Road es una fábula moderna que habla de la fragilidad de la vida, tal y como la conocemos hoy en día. Nos pone de cara a una situación extrema que nos obliga a reconsiderar seriamente nuestra condición de seres vivos en el planeta Tierra, y a ser conscientes de nuestra fugacidad, así como de nuestra capacidad de destrucción sobre él. No en vano, otro de los grandes activos de la historia es su poder de conmoción y de denuncia. El escenario aterrador que nos presenta no parece una distopía, sino un cuadro muy potente y actual que nos fuerza a tomar partido en un momento como el presente, sin vuelta atrás en la lucha por la conservación del planeta.

Cartel de la película «The Road» (2009), basada en la novela

The Road se publicó por primera vez en Estados Unidos en 2006, haciendo acreedor a su autor del Premio Pullitzer en la categoría de ficción. La excelente traducción española de Luis Murillo Font vio la luz al año siguiente, publicada por Random House Mondadori. Y poco después, se rodó la película dirigida por John Hillcoat, con Viggo Mortensen, Kodi Smit-McPhee y Charlize Theron en los papeles protagonistas, que viene a ser una certera síntesis visual y dramática —si bien solo eso, una síntesis— de todos los valores de belleza que laten en la novela. Así pues, no dejen de leerla. Los conmoverá y removerá.

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