Bruce Springsteen, acompañado de la E-Street Band, ha cerrado recientemente, y con rotundo éxito, la gira española de su último trabajo Wrecking Ball. El concierto final en el estadio Santiago Bernabéu ante más de 60.000 fans ha sido, tras acalorado debate en los medios especializados, y después de la confirmación del propio Springsteen a través de su página web, el más largo de su carrera musical, superando a otro dado en Nueva York a comienzo de los años 80. Con sus tres horas y cuarenta y ocho minutos de reloj, ha supuesto no sólo un récord en el currículo del artista, sino también una trasgresión excepcional de las ordenanzas municipales madrileñas, que impiden que acontecimiento musical alguno se alargue más allá de la medianoche, la temida hora de las brujas. A buen seguro que los encargados de velar por el orden y el civismo se encontraban en esa noche bajo el influjo de las meigas, quienes les susurraron hacer oídos sordos a la letra de la normativa y mantenerlos en cambio bien abiertos a la batería de 32 canciones que el Boss tenía reservada para su cita madrileña.
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