“En vista secreta celebrada en el Alto Tribunal del Reino de Nápoles, a 18 de octubre de 1590, Carlo Gesualdo, Príncipe de Venosa y conde de Conza, ha insistido en declararse culpable a todos los efectos del ominoso crimen de ajusticiamiento de su esposa cristiana María de Ávalos, y del amante de esta, Fabrizio Carafa, duque de Andría, a los que sorprendió en flagrante adulterio en su propio lecho conyugal en la noche de la víspera, y a los que no dudó en segar la vida y descuartizar al instante, con el agravante de ensañamiento y tortura en línea familiar directa, sin que encontrara otra razón para su homicida arrebato que la presencia del mismísimo demonio recorriendo la sangre de sus venas, como una serpiente de celos y fiebre.
El presidente del Alto Tribunal, su señoría y excelencia virreinal, don Juan de Zúñiga Avellaneda y Bazán, vistas las pruebas irrefutables de los cuerpos dilacerados, y escuchados los testimonios contundentes de los pocos testigos, no obstante la fijación del único procesado en declararse públicamente culpable, ha estimado que en la causa se dan los atenuantes de derecho a la reparación del honor y de la honra marital mancillada, y ha archivado el proceso ex oficio.
El inculpado-exculpado, Carlo Gesualdo, músico de vocación y profesión, ha declarado a sus allegados a la salida del juicio que, en vista de la ceguera de la justicia mundana, procedería en adelante a aplicarse él mismo el castigo y penitencias merecidos, retirándose a morar en un castillo aislado en los escarpes de un monte, y haciéndose flagelar los restantes días de su vida por muchachos adolescentes. Amenazando con componer, a partir de entonces, la música más tenebrosa, inarmónica y disonante que el oído humano haya podido escuchar, refiriéndose de este modo a los libros de madrigales, motetes y responsorios que tenía en mente pergeñar”. 
 
Crónica libre de tribunales del Reino de Nápoles, por un asistente letrado a ella

El cronista no acierta a vislumbrar, dada su incompetencia musical, y su estrecha perspectiva temporal y jurídica del suceso, el gran influjo y fascinación que la música compuesta por Gesualdo ha ejercido a lo largo de los siglos. Prueba de ello, el programa del concierto dominical de la Fundación Juan March correspondiente al pasado 20 de octubre, titulado “Gesualdo visto por la Vanguardia”, y protagonizado por el conjunto Ciklus Ensemble, bajo la dirección de Asier Puga y con la formidable voz de la soprano Aída Briceño. Uno de los madrigales interpretados en esa matinal fue “Moro, lasso, al mio duolo”, perteneciente a su Sexto Libro, que aquí podemos apreciar en su versión original a cinco voces.
 
Más información sobre la figura de Carlo Gesualdo en su fundación.

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