Si uno teclea la palabra intermezzo en Google o Youtube, antes incluso de añadir cualquier otro término de búsqueda, la primera referencia que por defecto le ofrecerán ambas páginas no variará mucha de la siguiente: “intermezzo Cavalleria Rusticana”.
“¿Qué será esto?”, se preguntará el común de los mortales, no demasiado habituado a los vocablos abstrusos de la música clásica. Si le dicen a continuación que el tal intermezzo aparece en las bandas sonoras de El padrino III de Coppola y de Toro salvaje de Scorsese, quizás crezca su curiosidad en base a resonancias mafiosas. Si acaban por contarle que la pieza forma parte de una ópera corta ambientada en la campiña siciliana, cuyo autor, Pietro Mascagni, la compuso en el tiempo récord de dos meses para participar en un concurso al que la presentó en el último día de plazo, y que acabó ganando, tal vez entonces su interés se incremente un ápice o dos, si bien nunca exponencialmente.
Pero si, en última instancia, la escucha a volumen suficiente de su ipod, smartphone o equipo de sonido hi-fi tradicional, a buen seguro caerá rendido ante su melodía arrebatadora y le entrarán entonces unas ganas
tremendas de convertirse en un campesino siciliano y, con esta música, casarse en la más bella plaza pública de Italia, al caer de una tarde de verano. Ensoñación compartida por miles de románticos ocultos.
En el vídeo, una versión con lindas imágenes de alguna comarca transalpina.

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